Escrito por Juhi Sharma, fundadora de Vamika – creadora e innovadora que trabaja para preservar oficios en vías de desaparición a través de colaboraciones comunitarias.
En las tierras áridas y doradas de Rajastán, India, donde el viento lleva historias en lugar de silencio, me sentí atraída por una comunidad que el mundo había casi olvidado: los Kalbelia. Conocidos antiguamente como encantadores de serpientes, son bailarines, músicos y mujeres dotadas de una habilidad extraordinaria. Sus tradiciones viven en el ritmo de sus pasos, el movimiento de sus manos y las historias transmitidas de generación en generación.
Durante décadas, la comunidad Kalbelia ha vivido al margen de la sociedad. No tenían derechos sobre la tierra, estaban excluidos de la educación formal y se les negaba el acceso a medios de subsistencia estables. Las mujeres cosían quilts (telas acolchadas) con telas viejas, no para vender, sino para marcar las etapas de la vida : matrimonios, nacimientos, recuerdos familiares. Estos quilts portaban su identidad, su historia y su esperanza. Pero el mundo exterior no las notaba.
Su arte permanecía invisible. Su voz, inaudible.

Juhi Sharma, colaboradora y fundadora de Vamika
Gradualmente, ese silencio empezó a romperse
Un grupo de mujeres Kalbelia comenzó a compartir sus creaciones con el mundo, no solo como piezas bellas, sino como símbolos de quiénes son. Su artesanía se convirtió en su voz. Con el apoyo de Vamika, la iniciativa centrada en la artesanía que fundé para promover el conocimiento y la dignidad de la comunidad, estas mujeres cruzaron los límites de sus aldeas para acceder a lugares antes inalcanzables.
Su trabajo fue presentado en la Bienal de Arte, Arquitectura y Diseño del Red Fort en la India, inaugurada por el Primer Ministro indio, y fue destacado en publicaciones internacionales. Algunas de ellas dirigieron talleres para estudiantes de diseño y entusiastas del arte artesanal.
Su próxima colección viajará a Santa Fe, en Estados Unidos, para uno de los mercados de arte popular más respetados del mundo. Para muchas, son las primeras: su primer viaje fuera del pueblo, su primera exposición en la escena internacional. Su valor ha sido finalmente reconocido.
Este recorrido no es solo una forma de empoderamiento para las mujeres Kalbelia. Eleva a toda la comunidad. Con oportunidades de subsistencia estables y respetuosas, las mujeres se convierten en actores y líderes. Los niños, en especial las niñas, regresan a la escuela. Los hombres participan con orgullo.
La identidad deja de ser un legado silencioso y se convierte en una fuerza compartida. Las mujeres, que antes cosían solo en pequeños círculos íntimos, ahora dirigen talleres. Enseñan a otras. Dan el ejemplo. Su medio de subsistencia les ha traído mucho orgullo, un propósito real y nuevas posibilidades. Y a través de todo esto, nunca han perdido sus raíces. Sus quilts están hechos con tejidos y lanas locales, sin desperdicio. Cada motivo se inspira en la naturaleza: flores, animales y patrones de su entorno. Han practicado un modo de vida sostenible durante generaciones, no porque fuera una tendencia, sino porque así era su forma de vivir.
No siguen las tendencias. Siguen la verdad.
Las mujeres Kalbelia no buscan ser rescatadas, están listas para ser reconocidas
Su historia me recuerda que el futuro de la moda no se trata solo de lo que usamos, sino de cómo y por qué creamos. Se trata de honrar a quienes han mantenido vivas estas tradiciones, incluso sin reconocimiento.
Como creadora, no vine para liderar. Vine para escuchar. Para aprender. Y para caminar a su lado.
Porque las creaciones más poderosas no se hacen en los estudios. Se cosen en las casas, se cantan en historias y se transmiten de generación en generación, igual que las mujeres Kalbelia lo han hecho, silenciosa y bellamente, durante años.
Y ahora, el mundo finalmente escucha.
Fotos : Zishan
Traducido y editado por Anne-Sophie Castro
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